Under Construction. Relatos desde Latinoamérica en la Colección CIFO

 

 

 

Monumental Callao, Perú | 27 de abril - 27 de julio de 2019  

 

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Suwon Lee. The Clash (El Choque), 2008. Instalación de fotografías y luces fluorescentes. Foto: Cortesía CIFO.

 

 

Relatos y relatividades

 

 

Under Construction. Relatos desde Latinoamérica en la Colección CIFO es un nuevo proyecto de la Fundación Para las Artes Cisneros Fontanals (CIFO) en colaboración con Fugaz | Arte de Convivir (Monumental Callao, Peru). Las obras que reúne son de la autoría de 18 artistas premiados en diferentes ediciones del Programa de Becas y Comisiones para artistas latinoamericanos que CIFO viene auspiciando por años, con el fin de darle visibilidad a los artistas y a la producción artística vital de una región en constante redefinición. Se trata así de historias inconclusas, ensayos de disímiles realidades que no pretenden dictar verdades absolutas, sino cuestionarlas.

 

Los relatos latinoamericanos se construyen por decantación y negación de símbolos, de hallazgos en el constante decursar de las identidades. Lo “latinoamericano” y lo que se cuenta desde Latinoamérica son dos categorías que promueven cuestionamientos con múltiples respuestas, como ensayos sociales e históricos superpuestos a modo de palimpsestos. Los artistas de la región en las últimas generaciones han ido potenciando búsquedas de vocación universalista, ya sea a través de lenguajes conceptuales o desde la utilización del audiovisual en sus vertientes video-artística, documental, performática y sus diversas hibridaciones.

 

En ciertos casos, sin embargo, lo autóctono y lo local devienen recurso fático, provocación –Suwon Lee, Fredman Barahona, Alicia Villarreal, Lázaro Saavedra-. Manifiestan así la intención de utilizar elementos de origen local –la vida cotidiana de la comunidad coreana en Venezuela, el simbolismo del machete en las comunidades rurales en Nicaragua, el pretencioso proyecto fallido del Hospital Ochagavia en Chile, la contraposición de elementos cargados de significación e ideología en Cuba como “mártires” y “golf”-. Dichos elementos, sin embargo, elevan reflexiones que inundan y sobrepasan el estrecho marco coyuntural, y propician realmente el análisis sobre problemáticas de otra envergadura, tales como: los replanteamientos existenciales y crisis identitarias que acarrea la emigración en la obra de Suwon; la marginalización de las minorías, particularmente queer, en los procesos de conformación y luchas sociales en nombre de sistemas culturales patriarcales junto a la prevalencia del macho como paradigma según Fredman; la oportuna reflexión académica y la crítica constructiva a los diversos aspectos de la historia a partir de Alicia; o la patentización de utopías y píldoras ideológicas como herramienta de los gobiernos para movilizar y manipular las masas, a través de la obra de Lázaro.

 

Entre las esencias aquí apreciables, sin ánimo absolutista, están la crítica a la historia como construcción socio-filosófica o relato oficial –Carlos Castro-, quien emplea grabados de los exploradores europeos al río Magdalena en el siglo XIX para crear detallados “grabados” en madera inspirados en paisajes que ya no existen, y que cimentan así el sentido de irrealidad con que los propios conquistadores crearon e impusieron una Historia con mayúscula de las naciones americanas a partir de paradigmas y teorías euro-centristas. Se convierten así en ejemplos de relatos tangenciales, inquisidores. Tal es el caso de la Serie Leningrad, Petrograd, Petersburg, 2006 en que Carlos Motta revisita una serie de monumentos de la zona de dominación comunista de la antigua URSS, siguiendo la pista de monumentos publicados en un libro editado unos cincuenta años atrás, en pleno apogeo ruso-soviético. Cada fotografía histórica de las ilustradas en el libro, fue pareada por Motta con una imagen del mismo monumento capturada por su lente en pleno siglo XXI, donde el paso evidente del tiempo y las marcas arquitectónicas del devenir ideológico se hacen palpables. El ensayo histórico no es aquí gratuito, sino que disecciona la relevancia del monumento como marca física de la ideología, lo pone frente a sí mismo a dialogar con su reflejo diacrónico y a través del ensayo fotográfico de-construye y redimensiona un documento histórico.

 

Se puede cincelar, a partir de estas obras, una suerte de leitmotiv, que en este caso consiste en el asentar dudas razonables en el espectador, quien debería sentirse provocado al escrutinio de los relatos oficiales: así sean sobre las identidades queer y en sentido ampliado de las otredades –como en el propio caso de Fredman Barahorna, o en Felipe Meres, a quien el estudio de métodos de reproducción asexual y el desentrañamiento de categorías biológicas a niveles microscópicos le permiten gestionar reflexiones sobre la multiplicidad y legitimidad de las identidades de género, de la diversidad más plena y de la aceptación. Así como la lucidez/locura como conceptos dicotómicos que alcanzan una definición crítica en espacios de reclusión como manicomios, sanatorios, ahora abandonados, donde desarrolla Silvia Gruner su estudio fotográfico En la oscuridad.

 

En términos de comunicación, es necesario mencionar tres perspectivas, la de Maria Evelia Marmolejo, Julieta Aranda y Víctor del Moral. En María Evelia y en Aranda, se articulan sendas investigaciones críticas sobre discursividades y la repetición del mensaje hasta ser vaciado de contenido real. En el caso de la Marmolejo, trabaja con el discurso oral, reuniendo un grupo de palabras tendenciosamente repetidas por los medios de comunicación masiva, hasta crear una suerte de paroxismo colectivo y desquiciante que la artista usa como background de su performance, en que encarna un sujeto “dopado”, privado de voluntad y albedrío, y plagado de límites, bordes, prejuicios y con una visión lastrada del entorno. Ante el alarmante contexto que acusa Marmolejo, desarrolla Aranda un estudio de lenguaje, en que teje con depurado sarcasmo una crítica desde el lenguaje escrito, inspirado en la demostración práctica de una teoría que considera que un mono, ante un instrumento mecanográfico, en un intervalo que tiende al infinito, podría al cabo de cierto tiempo mecanografiar una obra literaria, por ejemplo, de Shakespeare. Un auténtico destajo de arbitrariedad que se opone a la concepción intelectual del acto de la escritura, al tiempo que hace un guiño a Dadá y Duchamp.

 

En tanto, del Moral parte del recurso del palíndromo para versar sobre esencias del lenguaje, de sus estructuras lingüísticas en su concreción física, necesariamente poetizada y con altas dosis de ficcionalización e improvisación, pero solo como recursos de activación de contenidos. Contenidos todos del lenguaje, que se tocan con aspectos de identidad, filosofía y los diferentes niveles de la comunicación -individual o colectiva-. Para Víctor, las palabras, las estructuras gramaticales o el idioma, pueden tener una contraparte concreta y por tanto son susceptibles de ser estetizados. El video-poema suyo que exhibimos aquí, surge de experiencias provocadoras, de la interacción con escenografías que el propio artista crea y diseña y con las cuales desarrolla sus performances.

 

Las ramas diversas de la ciencia constituyen también plataformas ideales para explayar investigaciones artísticas. Entre ellas las de artistas como el propio Felipe Meres, a través de la biología aplicada a la reproducción de ciertas especies; también Adrian Regnier, quien realiza un estudio de observación y documentación de patrones celestiales que eventualmente tributan a un pentagrama o notación sonora maridando astronomía y creación musical; mientras Iván Argote se inspira en el árbol en Woolsthorpe Manor, Inglaterra del que Isaac Newton desencadenara sus estudios sobre la gravedad, y que le sirve a Argote para establecer un careo entre las nociones de lo racional y lo poético de la imagen en movimiento. En el caso de Horacio Zabala, la notación matemática es el lenguaje empleado como vehículo metalingüístico, en sus reflexiones sobre el significante y significado mismo, en sus dicotomías entre el cálculo y la improvisación, lo racional y lo emotivo, aspectos todos que contribuyen a perfilar una semiótica aplicada a la reflexividad desde la que filtra y somete sus recursos estéticos y de lenguaje.

 

En mayor o menor medida, la intención de ficcionalizar atraviesa la nómina de artistas de Under Construction…, en particular en casos como el de Juan Carlos Osorno, quien recrea instrumentos o invenciones fallidas desarrolladas en diferentes épocas, que convierte en pequeñas historietas de sabor tragicómico, a la manera de modernos “Ícaros” continuamente condenados al más pomposo descalabro; o en el caso de Milena Bonilla, quien observó y documentó el comportamiento del venado rojo, en la zona que otrora ocupara la Cortina de Hierro en la zona fronteriza entre Alemania y Checoslovaquia, con el fin de identificar patrones de auto-reclusión y limitación entre los venados, que por generaciones aprendieron a no cruzar ciertas fronteras; así su Bosque Encantado se convierte en una fábula crítica de innumerables interpretaciones, en una época como la actual, donde el sentido de la frontera y la territorialidad lastran de modo significativo a la sociedad humana.

 

En una última tesitura del relatar se sitúan las obras de Marta María Pérez Bravo y Begoña Morales, quienes apelan a un sentido de sensibilización y agudización de su propia cotidianidad como recursos narrativos. En Marta María el intimismo, la fuerza y la delicadeza del movimiento repetitivo de una mano que peina una cabellera, o que acaricia a otra mano esculpida en hielo, generan una imagen literaria de significantes a través de la reiteración como recurso lingüístico. La intencional contemplatividad que produce nos sumerge en un estado de auto-reflexividad paulatino, en que el espectador se va librando, a través del movimiento cíclico, de lo superfluo y se remonta de algún modo a sus propias vivencias. Lo evidente se desplaza y lo aparencial se diluye, mientras el hielo se derrite inexorablemente. Otro tanto promueve Begoña con su obra, una suerte de poema sonoro a través del cual diseña un mapa de su propio hogar a través de la grabación de los sonidos en los diferentes espacios. Su cotidianeidad, y la manera en que subvierte las categorías de lo privado y lo público, la contaminación entre los ruidos que provienen del entorno y los que se producen en el interior del apartamento, es un método también para cuestionar las relaciones entre individuo y colectividad, y el “yo” dentro de dinámicas sociales e históricas esencialmente fluctuantes.

 

Sergio Fontanella 

 

Artistas seleccionados para la exhibición

 

Carlos Motta (Colombia)

Suwon Lee (Venezuela)

Begoña Morales (Peru/México)

Alicia Villarreal (Chile)

Julieta Aranda (México/Germany/USA)

Marta María Pérez Bravo (Cuba/México)

Iván Argote (Colombia)

Milena Bonilla (Colombia)

Adrian Regnier (México)

Silvia Gruner (México)

Carlos Castro (Colombia)

Maria Evelia Marmolejo (Colombia)

Felipe Meres (Brazil)

Juan Carlos Osorno (Colombia)

Lázaro A. Saavedra González (Cuba)

Horacio Zabala (Argentina)

Fredman Barahona (Nicaragua)

Víctor del Moral (México) 

 

 

La exhibición estará abierta al público desde el 27 de abril al 27 de julio de 2019 en Casa Fugaz en Monumental Callao, Perú.